Análisis
El hecho de que la economía no haya crecido en octubre representa un claro indicio de que los motores tradicionales del crecimiento —como la industria manufacturera y el sector servicios— están perdiendo impulso. En detalle:
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El sector secundario (industrial) apenas avanzó 0,1 % en comparación mensual, y cayó 2,1 % anual.
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El sector terciario (servicios) registró una baja mensual de 0,2 %, aunque mantuvo un crecimiento anual moderado de 0,9 %.
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La revisión a la baja de los datos de septiembre refuerza la percepción de deterioro: el crecimiento anual pasó de 0,6 % a 0,7 %.
La combinación de estos factores sugiere que la economía mexicana podría estar entrando en una fase de estancamiento más prolongada si no se adoptan medidas para revertir la tendencia.
Implicaciones
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Para la política económica: Ante un crecimiento plano, emerge la necesidad de estímulos. No obstante, la estrategia de política monetaria y fiscal podría estar limitada por la inflación, el tipo de cambio y la sostenibilidad de las finanzas públicas.
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Para la inversión y el empleo: La debilidad industrial afecta la generación de empleo formal y la capacidad de atraer inversión extranjera que requiere climas de crecimiento estables.
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Para la confianza del consumidor y la demanda interna: Sin una reactivación del consumo ni del sector servicios, la economía se vuelve vulnerable a choques externos o internos.
Conclusión
El estancamiento observado en octubre actúa más como una señal de alarma que como un simple tropiezo temporal. Si esta falta de crecimiento se prolonga, existe el riesgo de que el país entre en una fase de bajo crecimiento persistente. Para evitarlo, será clave que se implementen políticas que impulsen la productividad, fortalezcan el sector industrial y reactiven el consumo interno. La lectura de estos datos invita a una reflexión profunda sobre las prioridades de crecimiento y las reformas estructurales necesarias para México.